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¿Por qué hay que lavar el arroz?

Lavas el arroz antes de cocinarlo? Es lo mejor que puedes hacer tanto por salud como para darle una mejor consistencia a tus guisos. 

¿Por qué hay que lavar el arroz?

¿Hay motivos para lavar el arroz antes de cocinarlo? ¿O se trata solo de una práctica heredada de las abuelas, que lo hacían para limpiarlo de impurezas? Lo cierto es que sí hay razones para enjuagarlo con agua antes de cocinarlo.

 Unas tienen que ver con el plato a preparar, mientras otras son para lavarlo y eliminar o por lo menos reducir su contenido en arsénico natural.

Enjuagar o no el arroz es uno de esos temas polémicos en que cuesta ponerse de acuerdo.

Quienes se preocupan especialmente por la salud harán bien en lavarlo siempre, sea cual sea la receta que vayan a preparar.

Aunque corren el riesgo de que el resultado final no sea como esperaban.

En las noticias te compartimos la principal razón de lavar el arroz.

La razón es que está comprobado que el arroz contiene arsénico inorgánico de forma natural y que este es cancerígeno.

Se han hecho, y se siguen haciendo estudios, para determinar su peligrosidad.

 Y según la información actual, la Administración de Drogas de Alimentos de Estados Unidos (FDA) los niveles son muy bajos para causar daños a corto plazo.

La cantidad que contiene es distinta según las variedades y zonas de cultivo, y también afectará más o menos según cuánto y cuán a menudo se coma.

Por eso recomiendan que se lave en países donde es la base de la dieta, como Asia, muchos lugares de Sudamérica y África.

Otro consejo es hervirlo con una cantidad cinco o seis veces superior de agua.

 También hay detractores de esta práctica, igualmente preocupados por la salud, que consideran, y parece ser así, que el agua afecta a algunos de sus nutrientes, aunque tampoco de forma dramática.

En cambio, en el caso del arroz integral, es decir el que conserva la capa de salvado que rodea al grano, hay quien opina que si se deja a remojo resulta más digerible y más alimenticio porque la humedad hace que el grano empiece a germinar y libere los nutrientes.

La cuestión cambia si se mira desde la óptica culinaria.

En ese caso, las motivaciones para enjuagar o no el arroz son bien distintas.

Se trata de ver qué efectos tiene en las distintas especies y en los platos que se cocinan con él.

Todo está relacionado con el almidón, un componente muy presente en ese cereal.

Según la cantidad que contenga producirá un efecto u otro en la cocción.

Mucho almidón da como resultado unos granos más pegados y más cremosidad; si es poco, el arroz queda más suelto y seco.

Como no todas las variedades de arroz tienen la misma cantidad, ya a la hora de decidirse por una elaboración habrá que contemplar qué tipo se utiliza.

El más común es el arroz de grano medio, que se distingue porque tiene una especie de perla en su interior algo más blanca que el resto y que es su reserva de almidón.

 Favorece la absorción de agua durante la cocción, y con ella los sabores que aportan las carnes, pescados o verduras.

No es muy habitual lavarlo antes de utilizarlo para una paella, pero tampoco está de más, porque a esta no le favorece un exceso de almidón.

En cambio, si lo que se pretende es hacer un arroz a la cazuela, que quedan algo más callosos y cremosos o uno meloso, el almidón le conviene, aunque no en exceso.

Una de las variedades más conocidas de este es el bomba, cuyo nombre se debe a que tiene una gran capacidad de absorción de líquidos y se hincha sin romperse.

Por ese motivo, el almidón permanece encerrado, lo que impide que se empaste y favorece que los granos queden sueltos.

De ahí que sea uno de los más adecuados para la paella, aunque tarde un poco más en cocer y requiera mayor cantidad de agua.

El procedimiento consiste en meter el arroz en un bol lo bastante grande como para que el agua lo cubra por completo.

Luego se va pasando la mano entre los granos con suavidad, como acariciándolos, unos segundos para que vayan soltando el almidón.

 Luego se escurre, se vuelve a llenar el bol de agua y se repite la operación tres, cuatro o las veces necesarias hasta que esta salga casi transparente.

 El arroz largo es el que menos remojo necesita, porque contiene menos almidón.

Aunque dependiendo de su procedencia se aconseja hacerlo para limpiarlo de posibles impurezas.

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