
Dentro de las tradiciones religiosas como el budismo, el jainismo y el hinduismo, el karma se entiende como un principio universal de justicia y equilibrio a partir del cual todas tus acciones tienen una consecuencia equivalente.
De acuerdo con la tradición budista, el karma no se desprende de la existencia de un Dios que juzga y castiga los actos, sino de una fuerza que tiende a la compensación y la armonía.
Así, el karma es el juez de nuestros actos, la energía trascendente e invisible que se deriva de nuestros comportamientos y que va acumulando consecuencias y pagos conforme a ellos.
Las Leyes del Karma nos dicen que las fuerzas que pusimos en movimiento hace diez minutos o diez vidas volverán a nosotros.
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Íntimamente ligado a las reencarnaciones venideras, siguiendo los principios del hinduismo, el karma se convierte en la energía que usaremos para limpiar el alma hasta alcanzar la perfección.
Así, mientras que el karma simboliza la responsabilidad y el pago por nuestras acciones, la reencarnación nos ofrecería la oportunidad de seguir avanzando.
Según esto, nosotros tenemos la libertad de comportarnos como queramos desde la primera encarnación y, en consecuencia, acumularemos esta energía.
La creación del karma bueno, malo, intencional o no intencional dictará lo que tenemos que enfrentar y resolver en cada vida.
Nuestra primera meta es aprender, a través de la experiencia, a ser mejores.
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Como vemos, el karma no da lugar a la casualidad.
A continuación, en las noticias, te mostraremos cómo sus leyes dictaminan cómo responder por nuestras acciones, pensamientos y sentimientos.
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Hemos crecido con esta ley muy presente, aunque quizá no lo sepamos.
De hecho, algunos expertos han asociado la ley de causalidad universal con ésta ley del karma.
Según esta, aquello que sembremos es lo que cosecharemos.
Lo que ponemos en el Universo es lo que vuelve a nosotros.
La energía negativa enviada a otros volverá con nosotros, pero 10 veces más potente.
El karma es el juez de nuestros actos que nos ayuda sobre nuestros sufrimientos.
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No estás solo en el Universo y todo lo que te rodea debe ser considerado ya que afecta tu vida.
Somos uno con el Universo dentro y fuera, somos parte de la corriente de nacimiento de la naturaleza y nuestras vidas se reproducen como el resto de ciclos naturales.
Crea las opciones que quieras tener en tu vida.
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Lo que te niegas a aceptar, te seguirá ocurriendo (lo que resiste, persiste).
Todos, de algún modo, presentamos ciertas realidades internas que no queremos ver.
En nosotros habita el egoísmo, el apego excesivo hacia lo material o incluso nuestra dependencia hacia ciertas personas.
Ser humildes es ser capaz de ver la realidad aunque no nos guste.
Implica mirar hacia nuestro interior para ver todas nuestras heridas, defectos y debilidades.
Solo quien es capaz de mirar su sombra con valentía es capaz, a su vez, de ser auténtico y ejercer un cambio.
Donde quiera que vayas, siempre estarás tú.
Para crecer con autenticidad somos nosotros los que debemos cambiar y no las personas, lugares o cosas que nos rodean.
Pero llevarlo a cabo puede ser complejo porque nuestra sociedad nos ha alejado de la ley del crecimiento.
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Somos seres obsesionados con mirar al exterior, en ansiar lo que no tenemos, en envidiar lo que tiene el otro.
Somos entidades pasivas que esperan que los demás cambien para ajustarse a nuestras necesidades.
Solo tendremos control sobre nosotros mismos cuando seamos capaces de crecer desde el interior.
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Es importante asumir la responsabilidad de lo que es tu vida, y si algo anda mal no debes culpar a los agentes externos, sino tratar de comprender las razones.
Eres responsable de tus elecciones, de tus errores y de tus éxitos.
Todo aquello que nos sucede es un reflejo del propio interior.
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Cada elemento está interconectado, cada momento y cada acción nos conduce a lo que será el futuro hasta el infinito.
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No es posible pensar en dos cosas al mismo tiempo.
Tienes que ir subiendo peldaño por peldaño, poco a poco.
Cuando perdemos el norte en nuestra brújula despertamos a la inseguridad y la ira.
Asumámoslo, este es también otro de nuestros temas pendientes.
Enfocarse es mirar el mundo desde el corazón.
Ajustar nuestra mirada a lo que nos envuelve es conectarse a la realidad con sabiduría.
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Si crees en algo tienes que ponerlo en práctica.
Quien es capaz de dar a los demás aquello que es suyo, ofrece también parte de su energía: hace nuestro universo más amplio y receptivo.
Ofrecer y acoger son dos principios vitales de la humanidad, aquello que nos hace grandes, aquello que nos hace nobles.
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Mirar al pasado y vivir anclados al pasado es lo que nos impide disfrutar del presente.
Debemos aprender a centrarnos en lo que sucede aquí y ahora.
Solo cuando aprendemos a entrenar nuestra atención en el momento presente, podemos apreciar mejor cada instante y ser conscientes de todo lo que sucede.
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La historia se repite hasta que aprendamos las lecciones necesarias para avanzar en nuestro camino.
La ley del cambio es también la ley de la responsabilidad.
Cada paso que demos, cada lección tomada debe hacerse desde la bondad y la humildad.
Solo cuando seamos capaces de entendernos a nosotros mismos pondremos en marcha esos cambios que edificarán nuestro verdadero y más luminoso destino.
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Todas las recompensas requieren de un esfuerzo inicial.
Nada llega porque sí, nada acontece solo porque el destino o la suerte lo desee.
Así, y aunque en ocasiones puedan suceder esas mágicas casualidades, dichos acontecimientos responden a una causa inicial.
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El valor de algo es el resultado de la energía y la intención que ponemos en eso.
Cada contribución personal es también una contribución a la totalidad.
Debemos ser capaces de implicarnos en todo aquello que llevamos a cabo, dotarnos de esa inspiración que erige grandes sueños y que tarde o temprano se hacen realidad.
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Como pudimos observar, las leyes del karma no son independientes unas de las otras; al contrario, forman parte de un único principio: todas nuestras acciones tienen consecuencias, y todo lo que hagamos, sea bueno o malo, regresará a nosotros.
Quizá creas, o no en la filosofía kármica, pero tal vez puedas usar estas leyes para conducir tu vida.
Pues, representan un buen comienzo para ser más responsables, humildes y generosos; no solo con nosotros mismos, sino con el resto del mundo.
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