Liderada por Irán desde el golfo Pérsico hasta la costa mediterránea, la alianza informal conocida como el Eje de la Resistencia enfrenta a Israel desde el estallido de la guerra en la Franja de Gaza.
Este conflicto ha escalado rápidamente tras el lanzamiento masivo de misiles y drones de Irán al Estado judío, marcando un antes y un después en la tensión regional.
El primer ataque directo de Irán contra Israel no fue menor: más de 300 misiles y drones fueron disparados en represalia por el bombardeo de su consulado en Damasco.
Este ataque resultó en la muerte de varios miembros de la Guardia Revolucionaria, una acción que Teherán ha atribuido directamente a Tel Aviv, aumentando significativamente las apuestas del conflicto.
La respuesta anunciada por la República Islámica fue lanzada desde múltiples puntos incluyendo Irán, Irak, Siria y Yemen.
Teherán dirige en estos países una red de grupos rebeldes y milicias que apoyan su causa, evidenciando la amplitud y la complejidad de su red de influencias en la región.
Considerado como el aliado más poderoso de Irán en Medio Oriente, el grupo chií libanés Hizbulá ha sido un protagonista clave en los enfrentamientos.
Desde el inicio de la guerra en Gaza, han mantenido un intenso intercambio de fuego con Israel, especialmente a lo largo de la frontera común que ha sido testigo de un aumento en la violencia.
Coincidiendo con los ataques iraníes, Hizbulá intensificó sus acciones militares lanzando cohetes hacia importantes bases militares en el norte de Israel.
La respuesta de la aviación israelí no se hizo esperar, y en las últimas semanas ha bombardeado múltiples objetivos en el Valle de la Bekaa, alejados de la frontera común pero estratégicos para las operaciones de Hizbulá.
Estos enfrentamientos han provocado un alto número de desplazados y víctimas en ambos lados de la frontera, con más de 150,000 desplazados y cientos de muertes, lo que pone de relieve la grave situación humanitaria que se está desencadenando en la región.
Mientras tanto, los rebeldes hutíes de Yemen han demostrado su capacidad de desafiar a Israel mediante ataques con misiles y drones.
Estos ataques no solo buscan dañar directamente a Israel, sino también perturbar el comercio internacional impactando buques en el mar Rojo y el mar Arábigo.
La respuesta de Estados Unidos y el Reino Unido ha sido iniciar una serie de bombardeos contra posiciones hutíes, aunque los insurgentes aseguran que esto no disminuirá su determinación.
En Irak, las denominadas milicias de la Resistencia Islámica han llevado a cabo cerca de 200 ataques contra intereses estadounidenses y ocasionalmente contra Israel.
Sin embargo, tras un ataque exitoso con drones que mató a tres soldados estadounidenses, EE.
UU.
respondió con bombardeos intensos, lo que ha exacerbado las tensiones y ha alertado sobre la posibilidad de un nuevo frente de guerra directo con Irán.
El Gobierno iraquí ha hecho llamados a la calma, advirtiendo que su territorio no debe convertirse en un campo de batalla entre Irán y sus adversarios.
Esta región, con su compleja red de alianzas y conflictos, continúa siendo un foco de inestabilidad que podría desencadenar implicaciones mucho más amplias para la seguridad internacional.
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