El pasado martes la empresa de call center, Konecta, obligó a su plantilla laboral a continuar trabajando luego de que una teleoperadora de mediana edad se desplomara en su puesto de trabajo.
Lo que parecía ser una mañana como otra cualquiera en la sexta planta del número 26 en el barrio de Canillejas, Madrid, se convirtió en una tragedia al mediodía.
La trabajadora de 57 años se desplomó tras sufrir un infarto en su puesto de trabajo.
Sin embargo, la empresa obligó a los trabajadores a seguir pegados al teléfono, respondiendo llamadas, mientras el cadáver de su compañera yacía en el suelo.
Tras el desplome, sus compañeros intentaron reanimarla y pese a su rápida intervención solo pudieron declararla muerta en su lugar de trabajo.
"No pudieron hacer nada.
La taparon con una manta y se marcharon", relatan empleados que han denunciado este caso.
No obstante, existe la versión de la empresa Call Center, quienes señalan que tras la muerte de , "se le dio la opción de a los empleados de teletrabajar.
Subirse a otra planta.
Irse a su casa o quedarse en su puesto".
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"No se le dijo a nadie: 'te quedas en la silla ateniendo llamadas'.
No se obligó a nadie'", recalcan.
Ante la escena de horror, comenzaron a circular los WhatsApp entre los grupos de trabajadores y delegados sindicales entre los que se decían que aún tendrían que pasar unas cuantas horas más en el trabajo:.
"¿Ha pasado algo?", preguntaban desde el chat.
"Sí, ha fallecido una compañera.
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.
y seguimos haciendo llamadas", respondió otro.
"Nosotros no dábamos crédito y volvimos a preguntarle, ¿Estáis cogiendo llamadas?, sí, nos dicen que sigamos cogiendo llamadas", decían entre los empleados.
Durante horas, los trabajadores del call center estuvieron respondiendo a las incidencias de los clientes de Iberdrola mientras que el cuerpo sin vida de su compañera se encontraba tapado por una manta.
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