La Mara Salvatrucha (MS13) es reconocida por su diversificación en los negocios clandestinos. Y la prostitución ha sido uno de ellos, una actividad en la que incursionó cobrando renta y terminó controlando a base de violencia, abuso e intimidación. En entrevista para Sin Embargo, un pandillero platicó cómo ha llegado.
Debido a que no quiso reverlar su identidad, vamos a llamarlo “Player”. Sólo autorizó que digamos que perteneció a la clica Sailors Locos West Side en Maryland, EEUU, una de las más fuertes de la región, y que sabe perfectamente cómo opera el negocio de la prostitución en esa parte.
Empieza por aclarar que, cuando la clica comenzó en este negocio años antes, no eran ellos quienes servían de intermediarios entre las mujeres y sus clientes, sino eran los transeros. Así se designa a los civiles sin afiliación a la pandilla, pero que se “apegan a las reglas” para colocar a las trabajadoras sexuales en territorios que la MS13 proclama suyos.
A mediados de la década pasada el parque Langley Park, ubicado en el condado Prince George, de Maryland, era una “mina de oro para la la prostitución y la extorsión”. La MS13 se encargaba de cobrarles una renta a los transeros a cambio de proteger a las trabajadoras sexuales de clientes abusivos.
Trabajadoras sexuales se apegan a las reglas de los mara
“Nosotros básicamente los dejábamos (transeros) operar en nuestra zona, les brindábamos seguridad, un espacio libre para que pudieran operar fácilmente. Entonces esta gente a nosotros nos pagaba un por ciento por cada cliente y por cada semana”, nos dice Player.
La MS13 estandarizó el servicio. Sexo oral era por 100 dólares. El de una relación sexual de media hora oscilaba entre los 50 y 100 dólares. Si se quería full contact, es decir sexo por cualquier cavidad ascendía a 200 dólares y llegaba hasta los 300 o 400 dólares si era a domicilio. Según Player, la MS13 solo quedaba con una tercera parte.
Más del 30 por ciento se pagaba por el total de servicios sexuales, saldándose en un estacionamiento entre el transero y un enviado de la pandilla para no “arriesgar a los homies”. Las sumas oscilaban entre 450 y 350 dólares mensuales. Esa negociación entre estos dos actores de la delincuencia era más de tolerancia que de apoyo, pues cuando los transeros no se apegaban a las reglas o hacían algo fuera de lo acordado la MS13 procedía a castigarlos.
Aquella coexistencia duró hasta que las trabajadoras sexuales se acercaron a los homies para comentarles que no se sentían a gusto con los transeros y que preferían trabajar con ellos.
Ellas les prometieron incluso llevar más clientes. Fue entonces cuando la MS13 implementó su manera de operar: además de brindarles seguridad, decidieron colocar a las mujeres en discotecas y espacios que la pandilla controlaba.
La mayoría de las mujeres eran migrantes centroamericanas y algunas eran menores de edad. Provenían de los mismos lugares que los miembros de la Mara Salvatrucha. Player era consciente de eso.
Las discotecas no fueron los únicos lugares donde las mujeres se prostituían. También utilizaban los llamados destroyers, esas casas de seguridad que los pandilleros emplean para planear crímenes, hacer fiestas o guardar armas y droga. Los destroyers entonces también fungieron como hotel de paso y allí llegaban los clientes a buscar mujeres.
La Mara Salvatrucha, o MS13, es quizás la pandilla callejera más conocida en el hemisferio occidental. Aunque tiene sus orígenes en la década de los ochenta en los barrios pobres de refugiados de Los Ángeles, la pandilla ahora se extiende desde países centroamericanos como El Salvador hasta Europa.
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