Durante el fin de semana, los pasajeros que esperaban pasar sus vacaciones en las soleadas islas caribeñas se encontraron encerrados dentro de los cruceros debido a los brotes de covid-19. Un pasajero de un crucero de Carnival se vio obligado a evitar Bonaire después de que un "pequeño número" de personas que dieron positivo por covid-19 describieran la experiencia como navegar en una "placa de Petri".
Un crucero de Royal Caribbean International que zarpó de Fort Lauderdale informó que 55 pasajeros y tripulación totalmente vacunados dieron positivo por el virus el 23 de diciembre, lo que obligó al barco a renunciar a las paradas planificadas en Curazao y Aruba y regresar a Florida.
Al 27 de diciembre, al menos cuatro cruceros estadounidenses habían informado brotes de covid-19 a bordo, lo que provocó que los buques no pudieran atracar en puertos extranjeros.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que están monitoreando los brotes en más de 90 cruceros, elevaron su advertencia al nivel más alto el 30 de diciembre y aconsejaron a las personas que eviten los viajes en cruceros independientemente del estado de vacunación.
Covid-19 probó la industria de los cruceros
Los brotes brindan una ventana a cómo los estadounidenses están calculando los riesgos para la salud pública dos años después de la pandemia, ya que una variante nueva y más contagiosa amenaza la recuperación.
Esos nuevos protocolos parecieron impulsar la percepción pública y el negocio de la industria. En una encuesta de Harris Poll realizada esta primavera, la mayoría de los estadounidenses dijeron que era más probable que tomaran un crucero si la línea requería vacunas covid-19 para toda la tripulación y los pasajeros.
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