En Gran Bretaña se hizo popular la historia de Jayne Carpenter, una enfermera que tras acudir al hospital por “una simple tos”, tuvo que perder ambas piernas y un brazo después de que detectaron que tenía sepsis neutropénica, complicación que ocurre cuando una respuesta inmunitaria es desbalanceada ante una infección. Pero en diciembre de 2020, la mujer se suicidio después de cuatro años desde que le amputaron sus extremidades.
El esposo de Jayne fue quien encontró el cuerpo de la ahora occisa, quien aparentemente se quitó la vida por ahorcamiento. Las implicaciones de su padecimiento "desafiaron su deseo de vivir", de acuerdo con una investigación británica que se reveló tras la muerte de la mujer.
La mujer de Gran Bretaña a sus 53 años era una mujer que adoraba viajar, pero perdió su independencia "de la noche a la mañana", por la sepsis que desarrolló hace casi cinco años.
La mujer de Gran Bretaña no dejó una nota o mensaje antes de suicidarse
En 2016, presentó complicaciones por una simple tos y decidió acudir al médico. En el hospital, le diagnosticaron neumonía y sepsis y pasó dos meses en coma. Tras el diagnóstico, la enfermera perdió las dos piernas, el brazo izquierdo justo debajo del codo y cuatro dedos de la mano derecha.
Jayne Carpenter pensó que tenía una simple tos
Aunque su pulgar estaba siendo invadido por tejido necrótico, los doctores se empeñaron en salvar ese dedo restante, pues hacía una gran diferencia entre la dependencia total y cierta autonomía.
Jayne trató de luchar con valentía y recaudó fondos para una cirugía pionera de extremidades, misma que no está disponible en Gran Bretaña. La mujer reunió más de 20 mil libras esterlinas de su objetivo de 265 mil; tras el padecimiento, dijo que "no tenía calidad de vida, sino que la soportaba".
La enfermera se dedicó a concientizar sobre la sepsis y que sus experiencias se utilizaron para "ayudar a la educación de los estudiantes de medicina". Sin embargo, en noviembre de 2019, tuvo "un declive repentino" en su salud mental, por lo que comenzó una adicción por las bebidas alcohólicas.
Su esposo Robert, de 56 años, recibió una llamada de Jayne pidiendo que recogiera a su perro y cuando llegó a su casa en Merthyr Tydfil, Gales del Sur, a las 16:30 horas, encontró a la mujer ahorcada, de acuerdo con la investigación de las autoridades.
Jayne fue definida como "una persona asombrosa" por su marido Rob. "La estrella más brillante de mi cielo se quemó". Aunque el esposo de la enfermera dijo que ella siempre se mostró feliz y sociable, nadie sospechó que tenía pensamientos suicidas, ya que tras perder sus extremidades hizo lo necesario para recuperar su vida.
Las autoridades creen que debido al aislamiento por la pandemia, la mujer de Gran Bretaña que perdió piernas y brazo, tuvo más daños en su salud mental que la orillaron a quitarse la vida a finales de 2020. Pero el día de su muerte no encontraron una nota o prueba que indicara su intención de quitarse la vida.
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