
Estaba oscuro. Triste. Las nubes de lluvia se habÃan ido, pero el agua todavÃa goteaba de los tejados y rascacielos. CaÃan y caÃan ... Hipnotizante. En esta peligrosa ciudad es fácil ser tomado por sorpresa... El hombre encapuchado se acercó a mà en el medio de la noche, mientras caminaba a casa después de una reunión de negocios en la que se nos hizo tarde. Dijo las palabras que desgarran el alma, una pregunta con infinitas respuestas, pero siempre un resultado constante:
Historias de terror: Inteligente.
-"Te concederé un deseo". Me reà de mà mismo. Loco o no, sabÃa cómo estas historias siempre terminaban mal, al final el que desea algo acaba muerto. Simple como eso. Leà "Monkey´s Paw" y habÃa visto 'Wishmaster'. Yo no serÃa tan descuidadamente estúpido. Me creÃa inteligente cuando hice mi deseo... "Me gustarÃa un dólar". Si hubiera sido un loco, ni siquiera él podrÃa haber concedido este deseo.

Pero no era una persona loca. Vi como el hombre encapuchado levantó las manos, ahuecándolas en el aire, y poco a poco sacó un solo dólar de ellas como si fuera de un agujero negro. Cautelosamente flotó hacia abajo en mis manos ahuecadas. Me quedé paralizado, con incredulidad, y cuando miré hacia arriba, el hombre se habÃa ido. En casa, no podÃa hacer nada más que mirar a la cartera, sin saber si habÃa visto realmente lo que pensé que tenÃa. ¿Cómo podÃa haber hecho eso? ¿Era realmente un genio de algún tipo? ¿Esta cartera es real, o estoy soñando? Estaba seguro de que no lo era, pero éstas no eran las preguntas que más me molestaban.
La idea que devanaba mis sesos fue: ¿Acabo de perder un deseo sobrenatural legÃtimo por un solo dólar? Me habÃa dado cuenta, si el hombre era el tipo de genio que habÃa sido educado por las historias de terror, habrÃa creado una especie de infierno para mà en este deseo. Supuse que el dólar crearÃa sufrimiento mÃnimo en el mejor de los casos, pero que no esperaba sinceramente que el deseo se hiciera realidad de todos modos. Pensé que sólo estaba siguiendo la corriente a un hombre loco. Pero no ha pasado nada.
El ser sobrenatural me concedió mi deseo y se desvaneció. PodrÃa haber tenido nada. O cualquier cosa. PodrÃa haber deseado miles de millones en lugar de un solo dólar. PodrÃa haber deseado el poder. PodrÃa ser sobrehumano. PodrÃa haber deseado un puto mundo de paz. Pero tenÃa un dólar. Uno. Un solo dólar. No pude dormir esa noche. No pude dormir durante la próxima semana. ¿Cómo podrÃa? Cada oportunidad perdida, momento embarazoso en mi pasado, todo lo que querÃa hacer es un cambio.

Cada pequeña molestia sin fin hacÃa un gran eco en mi cabeza. La mujer en el cubÃculo junto a mà que mascaba su goma de mascar, podrÃa haber deseado que cerrara la boca. El tipo que trajo sus problemas de trabajo a mà porque no podÃa hacerlo, yo hubiera deseado que fuera despedido. Mi jefe, que no hizo absolutamente nada más que mierda en mà dÃa a dÃa, podrÃa haber deseado su muerte y estar yo en su lugar. Sábado, entré en el trabajo. La única persona que trabaja los sábados es mi jefe, aunque él no trabaja realmente.

Él solo se dedicaba a follar a su secretaria en las oficinas vacÃas, mientras su esposa estaba en casa con sus dos hijos. Ella podrÃa habérmelo agradecido a mÃ. La grapadora en mi escritorio harÃa el truco. Pillé a la secretaria saliendo de la oficina del jefe. Con el extremo posterior de la grapadora la acuchillé en la sien. Ella estaba inconsciente. Mi jefe, todavÃa abrochándose los pantalones, trató el viejo truco de gritarme y decirme que me despedirÃa si hacÃa algo. Pero pude ver el miedo en sus ojos.
Ni siquiera podÃa abrochar derecho su cremallera. Lo empuje sobre la mesa, agarré la pluma de su escritorio y lo apuñalé en ambos ojos. Esta vez, no tan rápido como un golpe en la cabeza. Mientras se retorcÃa en el escritorio, tomé el asiento que le corresponde en su escritorio. Esto es lo que mi deseo deberÃa haber sido, pensé. Esto fue lo más feliz que habÃa estado toda la semana. PodrÃa haber sido el más feliz sobre la tierra... Alguien debe haber oÃdo los gritos de uno de los pisos inferiores.
Estábamos en la parte superior de dieciséis plantas. Quien quiera que fuera, sabÃa que nos habÃa escuchado porque podÃa oÃr el débil sonido de las sirenas fuera del edificio en la calle de abajo. Probablemente no me dejarÃan mantener este trabajo después de lo que habÃa hecho. Subà a la azotea del edificio, arrastrando el cuerpo todavÃa con espasmos de mi antiguo jefe. Cuando llegué a la cima, descubrà que tenÃa razón, coches de policÃa cubrÃan la calle.
Historias de terror
Esos son a los que apunté para cuando tiré el cuerpo de cabeza por la azotea del edificio. Oà el equipo SWAT reventando la puerta abierta que conducÃa a la azotea. Saqué el billete de un dólar de mi bolsillo. Mi único deseo. Mi único inteligente puto deseo. Lo arranqué por la mitad y salté antes de que el equipo SWAT me pudiera agarrar. Pasar la vida en una celda sólo crearÃa más problemas que no podÃa hacer desaparecer.
Mientras caÃa hacia el pavimento, miré hacia abajo. En medio de la policÃa, nadie pareció darse cuenta de un hombre encapuchado con brillantes ojos rojos de pie directamente debajo de mÃ, los brazos como si estuviera a punto de cogerme. Mi último pensamiento antes de que me estrellara con el suelo, mi único pensamiento claro en toda la semana pasada, fue que el diablo era mucho más inteligente que yo.
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